Ir al psicólogo, ¿un tabú?
Todas las personas afrontan en algún momento de su vida acontecimientos que pueden requerir de ayuda externa
A pesar de que somos conscientes de que nuestra salud psíquica es fundamental para conseguir nuestro bienestar físico, una parte importante de la población sigue mostrando cierta reticencia a visitar a un psicólogo.
Ir al psicólogo es considerado un tabú para muchas personas, sobre todo porque tomar esta decisión implica reconocer que se tienen problemas que en un momento concreto no somos capaces de solventar sin ayuda. A esto hay que sumarle la vergüenza, el sentimiento de culpa, el miedo al qué dirán y pensarán de nosotros, la desconfianza…
Tomar la determinación de ponerse en manos de un psicólogo es una decisión de personas sensatas que no están dispuestas a sucumbir ante un momento de debilidad, de personas fuertes que quieren levantarse tras la caída y sentirse útiles y, sobre todo, que se quieren.
Además, hay que tener claro que el papel del psicólogo no es juzgar, sino orientar en la resolución de problemas o comportamientos, la adaptación a ciertas situaciones, la educación… todo ello con el fin de conseguir una mejor salud mental y, por ende, una mayor calidad de vida.
Dicho así, puede parecer que un buen amigo puede ayudarnos del mismo modo, y en ocasiones es posible que sea así. Pero no debemos olvidar que estos profesionales cuentan con conocimientos sobre el comportamiento humano y con herramientas precisas para asesorarnos sobre los recursos individuales y colectivos que están a nuestro alcance.
Entre las funciones principales de estos profesionales se encuentran el diagnóstico clínico de ciertos trastornos, orientación y consejo, tratamiento de problemas psicológicos (terapias y psicoterapias), problemas psicosomáticos, problemas sexuales, reeducación de problemas de aprendizaje, tratamiento o rehabilitación de minusvalías psíquicas, estimulación precoz, psicomotricidad, terapia ocupacional, etc.
Cuándo acudir al psicólogo
A lo largo de nuestra vida tendremos que enfrentarnos a dilemas y problemas que pueden resultarnos fáciles o muy complicados, no sólo por la trascendencia del hecho en sí, sino por nuestra situación personal o anímica o por las circunstancias que rodean al evento. Esto forma parte de nuestro desarrollo mental y emocional.
La mayoría de ellos sabremos y podremos resolverlos con o sin ayuda. Pero puede que en alguna ocasión nos veamos superados por los acontecimientos y que sintamos que nuestras emociones escapan a nuestro control. En esos momentos, es aconsejable pedir cita con el psicólogo. Saber gestionar las emociones no es sencillo y, sin embargo, es clave para nuestro bienestar. En este sentido, el psicólogo puede aportarte interesantes consejos.