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Jubilación   7 Ene 2019

¿Somos racionales? Claves para una jubilación tranquila

Autor

Instituto BBVA de PENSIONES

Diego Valero explica cómo tomamos decisiones en relación a nuestra futura jubilación

La jubilación no es un solo momento de la vida. Es en realidad una segunda vida y hay que pensar qué vamos a hacer y cómo vamos a pasar los casi 30 años que vamos a vivir como jubilados. Así lo afirma Diego Valero, Presidente de Novaster y Catedrático de la Universidad de Barcelona en la VII Jornada Institucional de Previsión BBVA.

Uno de los principales problemas en cuanto a las pensiones y la planificación de la jubilación es la notable desinformación que existe en esta materia: sigue existiendo un elevado grado de analfabetismo financiero. Sirvan dos ejemplos:

  • En Estados Unidos, menos del 50% de las personas comprenden el concepto del interés compuesto.
  • Solo un 20% de las personas planifica su jubilación con cierto éxito.

Además, las decisiones en materia de pensiones tienen algunos componentes muy particulares: sus efectos son diferidos, no se perciben en el corto plazo, son difíciles de tomar y no generan felicidad inmediata, que es la base de muchas de las decisiones que se toman. Además, no existe relación entre elección y experiencias.

En economía conductual se suele hablar de tres gaps que dificultan ver el futuro con tranquilidad y sosegadamente:

  1. Gap de identidad: no nos identificamos con nuestro “yo mayor”. No nos vemos de mayores.
  2. Gap de empatía: pesan más las emociones presentes que las futuras.
  3. Gap de tangibilidad: separamos el estilo de vida presente y el futuro.

Sesgos conductuales

Existen tres sesgos fundamentales en lo relativo a las pensiones:

  1. Autocontrol: Lo que hagamos ahora tendrá impacto en el futuro. Es fundamental pensar que el dinero que ahorramos ahora va destinado a nuestro “futuro yo”.
  2. Inercia: Tendemos a dar por buenas las opciones por defecto y tendemos a no realizar acciones por nosotros mismo, aun cuando esas acciones requieren un esfuerzo mínimo.
  3. Aversión a la pérdida: Lo que cuenta no es el valor absoluto, sino el valor relativo sobre la situación inmediatamente anterior. Esto se explica fácilmente con el ejemplo de que a alguien se le regalen dos relojes e inmediatamente después se le quite uno. El resultado final es que tiene un reloj más que al principio, pero uno menos que los que ha tenido hace poco, por lo que la sensación es de pérdida.

Factores en las decisiones de ahorro

A la hora de tomar decisiones de ahorro lo primero que hay que tener es el “descubrimiento” de la necesidad de ahorrar. La afiliación y la aportación por defecto son muy útiles, dado que no sabemos realmente lo que tenemos que ahorrar. Aquí es donde es importante no tener que elegir: afiliación por defecto y con la mayor facilidad simplicidad y claridad posibles.

Ahorrar lo necesario

Tendemos a ahorrar poco, pues sufrimos de ilusión monetaria. Para superarla, es necesario tomar medidas como informar en términos de rentas más que de capital cuando hablamos del dinero de nuestra jubilación. También es necesario incrementar el nivel de esfuerzo de ahorro de forma gradual: ahorrar más mañana que hoy a través de incrementos automáticos a inicio de año, por ejemplo.

El desahorro en la jubilación

Esta es otra cuestión clave: tenemos que administrar de manera racional el ahorro durante una etapa en la que no generaremos ingresos. Además, las personas tienden a subestimar en aproximadamente 6 años su propia longevidad. Al igual que en el caso de las aportaciones, también se puede recurrir a la desacumulación automática en esta fase. 

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