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Estoy trabajando   7 Ene 2019

Cómo elaborar un buen plan de ahorro

Autor

Instituto BBVA de PENSIONES

Ahorrar es algo más que acumular dinero. Es necesario establecer un plan y unos objetivos. Te ayudamos.

¿Cuántas veces te has comprometido a ahorrar para un objetivo concreto? Probablemente en numerosas ocasiones y probablemente también con distinta suerte.

Es habitual la tendencia a pensar que ahorrar es sencillamente acumular dinero, de manera más o menos recurrente o de forma ocasional. Esta fórmula puede ser más o menos efectiva en objetivos de ahorro poco ambiciosos en términos cuantitativos o en objetivos de ahorro a los que se les otorgue una baja prioridad. Pero no desde luego en el caso de objetivos de cierta envergadura, como ahorrar para comprar una casa o, por supuesto, en el objetivo de ahorrar para la futura jubilación: no existe margen de error en objetivos vitales de esa índole.

¿La solución? Elaborar un plan de ahorro minuciosamente y… ¡ahorrar con orden y constancia!

Fases de un plan de ahorro

Definir el objetivo: ¿Para qué vamos a ahorrar?

Puede parecer muy evidente, pero es fundamental determinar claramente cuál va a ser el objetivo del dinero que vamos a empezar a ahorrar y enfocar los esfuerzos en ello. Se corre el riesgo de otro modo de efectivamente conseguir ahorrar, pero que el destino de ese dinero acabe disperso en otros objetivos muchas veces menos importantes que el objetivo principal.

En el caso del ahorro para la jubilación, es una buena idea tratar de determinar en qué medida vamos a necesitar complementar nuestra futura pensión y por tanto llegar a un objetivo del tipo: “Necesito acumular 100.000 euros para el momento en que inicie mi jubilación”.

Además, y muy ligado al objetivo, tendremos que determinar el horizonte temporal del mismo: ¿De cuánto tiempo dispongo? Existen objetivos a corto o medio plazo, como puede ser cambiar de coche y objetivos a largo plazo, como ahorrar para complementar la futura pensión de jubilación. El horizonte temporal es una variable muy importante, pues permitirá o no asumir ciertos riesgos y sobre todo requerirá más o menos esfuerzo ahorrador.

Analizar el punto de partida: ¿De qué recursos disponemos?

No solo recursos presentes, es decir, el ahorro o patrimonio que ya atesoramos en el momento inicial, sino también la capacidad futura de generar ingresos (salario y otro tipo de rentas). También tendremos que hacer un balance de nuestra estructura de gastos, de tal manera que podamos tener una idea clara de qué parte de nuestros ingresos podemos destinar al objetivo de ahorro.

Hacer balance: ¿Qué suponen nuestros recursos respecto al objetivo que queremos alcanzar?

Debemos plantearnos si esa capacidad de ahorro va a ser suficiente para lograr el objetivo o por el contrario tendremos que reducir gastos, incrementar ingresos (si es posible) o reformular el objetivo.

Llevar a cabo el plan y realizar revisiones periódicas

Una vez determinado el objetivo y analizados nuestros recursos, es decir, una vez que sabemos lo que tenemos que hacer y a dónde queremos llegar, solo queda un paso: ponerse en marcha.

El camino del ahorro no suele ser un camino lineal. Habrá imprevistos y cambios de rumbo, por lo que será necesario realizar un seguimiento periódico de los objetivos, para comprobar en qué medida se están cumpliendo y realizar los posibles ajustes que sean necesarios.

¿Cuándo empezar?

Ya. El tiempo es el gran aliado en la tarea del ahorro. No solo por los beneficios financieros sobre el dinero invertido (el efecto multiplicador del interés compuesto) sino porque cuanto más amplio sea el horizonte temporal, menos será el esfuerzo a realizar y mayor margen de maniobra tendremos ante posibles imprevistos. 

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