Conoce tu ritmo cardiaco
El ritmo cardiaco medio en reposo es de unas 70 contracciones por minuto. Conocer tu frecuencia es imprescindible a la hora de, por ejemplo, hacer deporte
El ritmo cardiaco hace referencia a las veces que se contrae, que late el corazón cada minuto, cuya frecuencia normal se sitúa entre 70 y 75 contracciones. Ese ritmo depende de varios factores, como el movimiento, la temperatura, la posición del cuerpo, el consumo de algunos alimentos, la toma de determinados medicamentes y el estrés. Y no hay que olvidar que con el paso de los años, con la edad, la frecuencia cardiaca va disminuyendo.
Algunos estudios científicos realizados en los últimos años confirman, además, que el ritmo cardiaco es un claro marcador de riesgo cardiovascular que marca la esperanza de vida de las personas. Esos estudios afirman que cuanto mayor es la frecuencia cardiaca menor es la esperanza de vida.
Conocer en qué punto se encuentra el ritmo cardiaco ayuda a controlar posibles anomalías (arritmias) que pueden producirse y, sobre todo, a valorar hasta dónde puede llegar el esfuerzo que se va a realizar para mantenerse dentro de lo recomendable desde un punto de vista de salud. De ahí que muchas personas controlen el ritmo antes y durante la realización de algunos ejercicios y deportes para, además, conseguir un rendimiento mayor.
Cada persona tiene una frecuencia ideal para practicar ejercicio, dependiendo de las características de cada uno. Por eso, es muy importante conocerlo previamente a los entrenamientos.
Si se practica un deporte utilizando un ritmo cardiaco menor al óptimo, ese trabajo físico será insuficiente y si, por el contrario, se utiliza un ritmo cardiaco excesivo, se corre el riesgo de sufrir agotamiento e incluso problemas cardiovasculares. Es decir, nunca hay que superar el ritmo máximo que cada persona sea capaz de soportar. Y se calcula de forma sencilla: sólo hay que restar la edad que se tiene a 220.
Para medir la frecuencia cardiaca existen diferentes instrumentos que lo facilitan como los pulsímetros, que se componen de una cinta que ha de colocarse a la altura del pectoral y que, conectada a un reloj, mide el ritmo. Si no disponemos de ellos, también podemos averiguarla con algunos métodos sencillos, muchos de los cuales conocemos.
Por ejemplo, tomarse el pulso poniendo los dedos índice y corazón (nunca el dedo pulgar) sobre la arteria que sube por la muñeca o en cualquier otra parte del cuerpo donde una arteria pase muy cerca de la piel. Si medimos en la muñeca conseguimos el pulso radial, si lo hacemos en el cuello obtenemos el carotideo y si medimos en la ingle el resultado es el pulso femoral. Una vez elegido el punto, se presiona de forma suave con los dedos y, durante un minuto, se cuentan las pulsaciones.
Hay que tener presente que, como la frecuencia cardiaca se modifica con la actividad, es necesario tomarla siempre en reposo, sentado, en un ambiente templado y con la precaución de no haber ingerido antes alimentos excitantes o que contengan cafeína.