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Jóvenes   7 Jul 2019

Cuatro consejos para triunfar en la planificación de tu jubilación

Autor

Instituto BBVA de PENSIONES

No hay recetas mágicas para planificar la jubilación, más allá de sacrificio y constancia. Pero consejos como estos que te damos te facilitarán la vida

La planificación financiera de la jubilación es uno de los principales retos de los trabajadores, pese a que, según la V encuesta BBVA sobre las pensiones y los hábitos de ahorro en España, el 63% de los españoles no han comenzado a ahorrar aún para su jubilación.

España ha contado y cuenta aún con una de las pensiones públicas más generosas de la OCDE. Para un salario medio, la pensión supone aproximadamente el 80% del último salario, un rato que se conoce como tasa de sustitución. Esto ha provocado en muchos trabajadores una sensación de confianza en la pensión de la Seguridad Social como fiable proveedora de ingresos en la jubilación. Sin embargo, el futuro no tan lejano, aquel que afecta a personas ya incorporadas al merado laboral, puede traer circunstancias distintas. Según numerosos expertos, la tasa de sustitución española podría caer a mitad de siglo a niveles del 50% o inferiores, para acabar convergiendo con la tasa media de países de la OCDE. La Seguridad Social siempre pagará pensiones, pues en términos de ingresos (cotizaciones), se podrá contar en todo caso con un 10% del PIB. Sin embargo, todo parece indicar que la pensión pública perderá protagonismo y su espacio deberá cubrirlo el ahorro personal, al menos en el caso de aquellos que quieran asegurarse un retiro tranquilo.

En estas circunstancias, llevar a buen puerto el objetivo de planificar la jubilación cobra una importancia máxima. ¿Cómo hacerlo? Te ayudamos con estos cuatro consejos.

1. Comienza a ahorrar pronto

Es un consejo de sentido común: el esfuerzo de ahorrar una determinada cantidad es mucho más llevadero de lograr en un horizonte de tres o cuatro décadas que en un plazo de solo diez años. Además, contar con un amplio margen temporal permite hacer frente a imprevistos y, además, beneficiarse de los buenos resultados de los mercados de renta variable, aquellos en los que solo debe invertirse si se cuenta con eso, con tiempo.

Pese a esto, los más jóvenes no ahorran para su jubilación, siendo el momento idóneo para comenzar el inicio de la vida laboral. ¿La excusa? Que ven la jubilación como algo temporalmente muy alejado, como algo que no va con ellos. Es cierto que a lo largo de la vida hay que afrontar otros proyectos desde el punto de vista financiero, pero igual de cierto es que la jubilación llegará y que no es agradable enfrentarse a una situación de escasez de recursos en una etapa tan vulnerable de la vida.

2. Ahorra de manera regular

Tendemos a pensar que ahorrar pequeñas cantidades no es eficiente y posponemos el ahorro a momentos en los que podemos realizar aportaciones que consideramos relevantes. Esto es un error, puesto que en un proceso de ahorro a tan largo plazo es más importante la constancia que la cuantía de las aportaciones. Los efectos de la inversión en un plazo de tres o cuatro décadas son sorprendentes, aun habiendo realizado pequeñas aportaciones. Mejor poco de manera regular que mucho de manera irregular. Además, al hacer aportaciones periódicas, se diluye el riesgo de valoración de los activos al comprar, algo que no ocurre en aportaciones esporádicas, donde se confía una cuantía mayor a un precio de compra que puede ser favorable… o no.

3. Adecúa tus aportaciones a tus ingresos

La evolución salarial de los trabajadores suele ser positiva, y el esfuerzo de ahorro debe ser proporcional. Aprovecha pagas extra, subidas salariales y otros ingresos extraordinarios para reforzar tu ahorro. Muchos expertos advierten de que el ahorro para la jubilación debe suponer entre el 7% y el 10% de los ingresos recurrentes.

4. Adapta tu perfil de inversión al paso del tiempo

Errar en el perfil de inversión adoptado puede ser fatal. Podría ocasionar incurrir en pérdidas en momentos donde no hay margen para recuperarlas o, por el contrario, incurrir en un coste de oportunidad en términos de rentabilidad que lastre la consecución de nuestros objetivos. Los riesgos se asumen al principio, con un amplio margen temporal hasta la jubilación, en busca de una alta rentabilidad. Conforme se acerca la jubilación, se debe moderar la asunción de riesgos y debe empezar a incorporarse un criterio de preservación del capital. De ninguna manera se puede poner en riesgo el esfuerzo de toda una vida con decisiones inadecuadas que nos alejen de la jubilación con la que soñamos. 

 

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