El gran reto demográfico: España envejece y pierde población
Según un estudio dado a conocer por el INE, la natalidad registra la tasa más baja en 40 años
El principal reto para el sistema de pensiones, de carácter demográfico, se agrava, según se extrae de las principales conclusiones del reciente estudio publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) “Movimiento Natural de la Población”.
Por un lado, España pierde población. La diferencia entre los nacimientos registrados en 2017, 392.398 personas, y las defunciones producidas en el mismo año, 423.643 personas, arroja un saldo negativo de 31.245 personas. La tasa de mortalidad aumenta a 9,1 defunciones por cada mil habitantes respecto a la registrada en el año 2016, de 8,8 defunciones por cada mil habitantes.
La natalidad, en mínimos
El número de nacimientos producidos en el año 2017 es el más bajo desde el año 1996 y la tasa de natalidad, de 8,4 nacimientos por cada mil habitantes, es la más baja desde que arrancó la serie histórica en el año 1976. El problema se encuentra, además, lejos de solucionarse, dado que la tasa de fertilidad actual, de 1,31 hijos por mujer, se encuentra muy lejos de la tasa que garantizaría el reemplazo generacional, que sería de 2,1 hijos por mujer. La tasa de fertilidad de España es una de las más bajas del mundo, agravado este hecho, además, por el continuo retraso en la maternidad: la edad media a la que las mujeres tienen su primer hijo en España es de 30,9 años, una de las más elevadas entre los países de la OCDE. Las razones de demorar la maternidad se concentran en las dificultades laborales de los más jóvenes, en un momento de mercado con altas tasas de temporalidad y desempleo.
España, una referencia en longevidad
La esperanza de vida al nacer es, en España, de 83,1 años, 85,7 años en el caso de las mujeres y 80,4 años en el caso de los hombres. Es una de las tasas más elevadas del mundo, ligeramente por detrás de Japón y al mismo nivel que Suiza, según datos de la OCDE. Este es un fenómeno que, además, se encuentra lejos de detenerse. Cada año que pasa vivimos 2,5 meses más y la esperanza de vida podría superar los 90 años hacia mediados de siglo. La esperanza de vida a los 65 años alcanzó en 2017 los 23 años en el caso de las mujeres y los 19,1 años en el caso de los hombres.
Demografía y pensiones
La demografía es una de las claves de los sistemas de pensiones de reparto como el español, en los que las pensiones en cada momento se financian con las contribuciones de los trabajadores en activo. Los condicionantes demográficos clave de las estructuras de población se limitan a tres: nacimientos, defunciones y migración. Los nacimientos constituyen un aumento de la población; las defunciones, una reducción; y la migración puede ser ambas: un aumento (inmigración) o una reducción (emigración).
El sistema necesita cotizantes (trabajadores) para abonar las prestaciones (pensiones). El desequilibrio demográfico que implica una población envejecida pone en jaque la salud de las cuentas de la Seguridad Social, dado que aumentan los gastos al aumentar la población mayor de 65 años que, además, causa pensiones cada vez más altas, sin conseguir incrementar los ingresos por la vía natural del incremento de cotizantes, al haber cada vez menos nacimientos. Con una natalidad en descenso, los ingresos pueden incrementarse por la vía de la inmigración, el aumento de la productividad y el empleo, o el aumento de la presión contributiva.
Por último, es importante destacar el factor adicional de presión en esta ecuación, que no es otro que la jubilación de la generación del “baby boom”, que comenzará a principios de la próxima década. Una cohorte numerosa y que se prevé que cause pensiones de jubilación superiores a la pensión media actual.