El mayor ajuste emocional de los mayores es su protección
La salud, según la OMS, es "un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades", es el estado saludable de la persona desde el enfoque de la calidad de vida, es el resultado del equilibrio entre cuerpo y mente.
Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, amplia y serena
Ingmar Bergman
Por este motivo, cada vez se da mayor énfasis a los aspectos emocionales, tanto en la salud como en la enfermedad.
Es evidente que las emociones influyen en la salud, las positivas ayudan a resistir dificultades y facilitan la recuperación de una enfermedad y las negativas, como la hostilidad, la ira, el estrés, el miedo, la depresión o la tristeza hacen a las personas más vulnerables frente al desarrollo de determinadas dolencias o situaciones estresantes.
La pandemia que padecemos en este momento en una situación excepcional, estresante que provoca temor, inseguridad en todos nosotros, pero especialmente para las personas mayores por ser un grupo de riesgo y también por los continuos y machacantes mensajes de las noticias sobre el número de muertes en las residencias de mayores y el efecto de estas noticias en la población y en su actitud hacia los mayores.
No podemos negar el riesgo de este virus en la población mayor, al igual que no podemos negar el decaimiento de sus fuerzas físicas y de algunos aspectos cognitivos, pero también conviene señalar otros aspectos que crecen con la edad, uno de ellos, el mayor equilibrio emocional de los mayores que favorece un abordaje competente ante situaciones de gran riesgo, como puede ser esta pandemia.
¿Cómo funcionan las emociones? Cuando una emoción irrumpe en nuestra mente, todo nuestro ser se convulsiona, no hay espacio para nada más y consume la mayor parte de nuestro tiempo. Si es un sentimiento positivo, nuestros pensamientos también los son, tendemos a comportarnos de forma apropiada y nuestro estado de ánimo es de bienestar.
Si el sentimiento es negativo, la intensidad de la emoción se instala en nuestra mente y no podemos dejar de pensar en lo que creemos es su causa, a modo de imagen fija que se repite una y otra vez de manera reiterada, que incrementa la negatividad de la emoción, nuestro comportamiento es inapropiado y produce malestar. Las emociones influyen en nuestras reacciones, en nuestra manera de pensar, en nuestra memoria, en cómo nos comunicamos e interaccionamos con los demás. No es posible separar el bienestar del estado emocional de las personas.
¿Y la razón, que hacemos con ella? Generalmente pensamos que la razón es la solución a las emociones intensas, que si la imponemos lograremos controlar las emociones y que eso nos proporcionará equilibrio personal porque situando a la razón por delante, combatiremos los pensamientos indeseables.
Estamos equivocados, no se trata de imponer la razón para anular a los sentimientos, sino de cambiarlos, ya que el bienestar psíquico, nuestro equilibrio emocional consiste en un habilidoso encaje entre nuestras emociones y nuestro razonamiento. Por eso, la razón nos puede servir para generar otras emociones que podamos sustituir por las que sean inconvenientes para nosotros.
Esta forma de funcionar en el terreno emocional es común para todos los humanos, pero conforme avanza la edad, el control de las respuestas emocionales aumenta y crece la estabilidad emocional. Este mayor ajuste ocurre porque las personas mayores disponen de un mayor equilibrio entre la razón y la emoción, de manera que la razón enriquece con su valoración la emoción y modula la conducta emocional.
Conforme las personas van siendo mayores, la razón y la emoción van entrelazándose con la edad permitiendo una mayor cohesión entre las dos, de manera que se consigue una mayor regulación de la emoción en la vejez acompañada de un aumento de los aspectos positivos y un descenso de los negativos, obteniendo una mayor satisfacción o bienestar. Por tanto, si en el mundo cognitivo se produce ciertos cambios negativos debido a la edad, en el mundo afectivo ocurren cambios positivos esencialmente ligados a un declive de la emocionalidad negativa y que, según algunos autores, ejemplifica su mejor integración o elaboración emocional.
La mayor predisposición de los mayores a generar emociones positivas y disminuir las negativas es un aspecto esperanzador ante una situación tan difícil como la pandemia en la que nos encontramos, ya que la mejor elaboración emocional de los mayores ayuda a resistir las dificultades que ésta conlleva y, aunque sus fuerzas disminuyan al subir esta montaña, su mirada es más libre, amplia y serena.
(*)Trinidad Bernal Samper, directora de la Fundación ATYME, Doctora en Psicología, experta en mediación, diseñó el primer programa de mediación que se puso en marcha en España en 1990, es autora de varias publicaciones de mediación, compagina su actividad mediadora con la formación e investigación
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