Envejecimiento: Cómo identificar y limitar el deterioro cognitivo leve
El deterioro cognitivo consiste en una disminución de las capacidades mentales, como la memoria, el lenguaje, el pensamiento, el razonamiento lógico y la toma de decisiones, que puede variar desde un deterioro leve hasta una demencia grave, pasando por los estadios intermedios de demencia leve y demencia moderada.
Las causas del deterioro cognitivo pueden ser diversas, como las enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer), accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos, o el estrés, la diabetes y un estilo de vida sedentario. Entre los síntomas se encuentran los problemas de memoria, la dificultad para concentrarse, desorientación y cambios en el estado anímico.
La detección temprana del deterioro cognitivo y la adopción de medidas de prevención, como el ejercicio físico y mental (estimulación cognitiva), una dieta equilibrada, el control del riesgo cardiovascular, el control de estrés, la interacción social, o los hábitos de sueño adecuados, son fundamentales para retrasar su avance.
Deterioro cognitivo no es necesariamente síntoma de Alzheimer ni de demencia
El envejecimiento puede afectar a la agilidad y al funcionamiento de algunas de las capacidades cognitivas, como la memoria, la capacidad de mantener la atención, o la dificultad transitoria para recordar algunos nombres.
Es importante saber diferenciar aquellas señales que puedan sugerir los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer de aquellas que son consecuencia de un deterioro cognitivo leve.
El denominado deterioro cognitivo leve (DCL) supone una situación de cambios cognitivos que no se justifican por la edad, sino que son consecuencia de alguna condición médica, ya sea Alzheimer u otra.
El deterioro cognitivo leve puede afectar a una o a varias capacidades cognitivas, como la memoria, el lenguaje, la atención y la capacidad de razonar. En función de la causa que lo provoque, se puede estabilizar (incluso revertir) su progresión o no.
Un diagnóstico de deterioro cognitivo leve no significa necesariamente que la persona vaya a desarrollar demencia ni que este en una fase inicial de Alzheimer. En algunos casos, solo será la manifestación de algún trastorno estable o reversible que no progrese hacia un deterioro mayor. Sin embargo, la enfermedad de Alzheimer, así como otras formas de demencia, siempre pasan previamente por un estado de deterioro cognitivo leve.
Como apunta la Fundación Pascual Maragall, “el deterioro cognitivo leve constituye una fase intermedia entre el envejecimiento normal y la demencia leve producida por alguna enfermedad cerebral, como el Alzheimer.”
Es importante entender las distintas manifestaciones del deterioro cognitivo leve para un diagnóstico precoz y preciso, y para una pronta y adecuada intervención.
Tipos de deterioro cognitivo leve
Existen dos subtipos de deterioro cognitivo leve:
Deterioro cognitivo leve amnésico
Esta caracterizado por déficits de memoria más pronunciados que los del envejecimiento sano. Sus rasgos más distintivos son:
- Las pérdidas de memoria reciente típicas de las fases iniciales del Alzheimer, pero no se llegan a cumplir todos los criterios de diagnóstico requeridos para la demencia.
- La persona sigue siendo independiente para llevar a cabo sus actividades cotidianas de la vida.
- Normalmente, no se experimenta confusión ni desorientación.
- Las dificultades pueden ser detectadas por los familiares o amigos más cercanos, aunque es probable que no llamen excesivamente su atención.
Deterioro cognitivo leve no amnésico
Se manifiesta por la afectación a capacidades cognitivas distintas a la memoria, como el lenguaje, la atención, la planificación y la ejecución de tareas complejas. Este subtipo de deterioro cognitivo leve se asocia a menudo con enfermedades vasculares o procesos neurodegenerativos diferentes al Alzheimer.
Síntomas del deterioro cognitivo leve
El deterioro cognitivo leve presenta una serie de síntomas que, aunque discretos, son indicadores de un declive cognitivo más allá de lo considerado esperable para la edad, entre ellos:
- La pérdida de memoria, sobre todo de información reciente, como nombres de persona o lugares, eventos o detalles de conversaciones.
- Dificultades para planificar y ejecutar tareas complejas o seguir indicaciones, y para tomar decisiones.
- Disminución de la capacidad de atención y concentración, por ejemplo, al realizar actividades cotidianas.
- Alteraciones en el lenguaje, como una dificultad cada vez mayor para encontrar las palabras adecuadas o seguir el hilo de una conversación.
- Depresión, ansiedad o falta de interés, con alteraciones del estado de ánimo.
Estos síntomas, aunque sutiles, pueden afectar al desarrollo habitual de las actividades cotidianas más complejas de la persona afectada.
Es habitual que los familiares y amigos detecten este tipo de cambios y se sorprendan por el hecho de que la persona sea menos precisa en actividades que siempre ha llevado a cabo sin problema. En este caso, es recomendable la observación y pedir asesoramiento profesional para determinar qué puede estar causando esos cambios y recibir la atención adecuada.
Causas y factores de riesgo del deterioro cognitivo leve
El deterioro cognitivo leve puede ser:
- Un síntoma de Alzheimer.
- También, manifestación de diferentes afecciones médicas o factores relacionados, algunas reversibles como, por ejemplo, los efectos secundarios de alguna medicación.
- Puede producirse en el contexto de una depresión, que puede causar problemas acusados de memoria y de concentración. Si la depresión es la causa y se trata correctamente, el deterioro cognitivo mejorará claramente.
Los factores de riesgo del deterioro cognitivo leve son diversos:
- La edad es uno de estos factores, aunque el deterioro cognitivo leve no es una consecuencia inevitable de envejecer.
- Los factores de riesgo cardiovascular, como la diabetes, el colesterol o la presión arterial altos, o padecer obesidad.
- Factores genéticos.
- Los hábitos de vida saludables (dieta saludable, actividad física regular, control de los factores de riesgo cardiovascular, estar social y cognitivamente activos).
Cómo diagnosticar el deterioro cognitivo leve
Ante la sospecha de que uno mismo o algún familiar pueda estar experimentando una disminución de sus capacidades cognitivas, es importante solicitar atención médica.
Para el diagnóstico del deterioro cognitivo leve, pueden emplearse distintas pruebas complementarias y determinar la causa si es posible, como:
- los exámenes neurológicos
- los análisis de laboratorio (para descartar deficiencias vitamínicas, alteraciones hormonales o de otro tipo que pueden influir en el rendimiento de la memoria o de otras capacidades cognitivas),
- las técnicas de neuroimagen (para observar los cambios que se producen en el cerebro, con el objetivo de comprender la progresión del deterioro cognitivo y planificar estrategias de respuesta), como las resonancias magnéticas o las tomografías por emisión de positrones (PET)
- o la evaluación del estado mental y cognitivo:
Cómo reducir el riesgo de deterioro cognitivo leve o su evolución a demencia
Para reducir el riesgo de deterioro cognitivo, es aconsejable adoptar medidas como:
- Mantener una vida social activa y participar en actividades cognitivamente estimulantes, como la lectura y los juegos mentales.
- Hacer ejercicio físico regularmente.
- Controlar los factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial y la diabetes.
- Mantener una dieta equilibrada y rica en nutrientes. La dieta mediterránea se asocia con un menor riesgo de deterioro cognitivo.
- La identificación y gestión temprana de la depresión, el estrés y la ansiedad son claves para preservar la función cognitiva a largo plazo.
La adopción de un enfoque integral de respuesta que abarque aspectos físicos, cognitivos y emocionales puede contribuir de manera significativa a la reducción del riesgo de deterioro cognitivo leve y a la prevención de su evolución a demencia.
Sin embargo, cuando el deterioro cognitivo leve representa la antesala del desarrollo de demencia producida por la enfermedad de Alzheimer o por otra causa, no se podrá curar y los síntomas serán cada vez más acusados. No obstante, una vez que se ha diagnosticado la enfermedad causante, un tratamiento con la medicación adecuada y una adecuada orientación de medidas no farmacológicas pueden contribuir a paliar los síntomas y mejorar la calidad de vida de la persona afectada y de quienes la rodean.
Este artículo ha sido realizado basándose en este contenido de la Fundación Pascual Maragall (véase aquí)