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Jubilación   7 Ene 2019

Impacto del envejecimiento poblacional en la economía

Autor

Instituto BBVA de PENSIONES

Resumen del artículo "Macroeconomía, envejecimiento y crecimiento", de Ronald Lee para la Oficina Nacional para el Desarrollo Económico

El aumento de la esperanza de vida junto con la reducción de la natalidad está produciendo un inevitable envejecimiento de la población que cada vez preocupa más por sus posibles consecuencias macroeconómicas.

Estas consecuencias, aunque muestran sus efectos a largo plazo, empiezan a ser ya observables en diversos países, pues este fenómeno del envejecimiento se está produciendo de forma desigual.

Este proceso desigual depende de factores tales como los valores culturales, la organización de las instituciones y los incentivos económicos. Además, el impacto de este envejecimiento puede cambiar sustancialmente según el propio comportamiento de la población de mayor edad.

Estos comportamientos, que engloban los hábitos de consumo (en algunos países los mayores consumen más que los adultos jóvenes), la productividad del trabajador, la disposición a seguir trabajando, el estado de salud, así como aspectos relacionados con la calidad del sistema sanitario y de pensiones (si se mantienen gracias a transferencias familiares, del sector público o de activos acumulados durante sus vidas), afectan al impacto que el envejecimiento de la población tiene sobre aspectos macroeconómicos.

Debido a que las generaciones se solapan, pueden existir interacciones económicas entre ellas. Estas interacciones incluyen no sólo los programas de transferencias y legados intergeneracionales públicos o privados, sino también las conexiones a través del ahorro y el rendimiento del capital.

El autor se centra en analizar las interacciones entre la población en edad de trabajar y la población envejecida, haciendo especial hincapié en el capital y en las transferencias públicas y privadas entre las diferentes generaciones.

Con este objetivo, el autor estudia la tasa de dependencia (entendida como el cociente entre la población retirada y la población activa), el ciclo de vida económico, la distribución de recursos entre generaciones y el caso especial de las economías en estado estacionario y la denominada “regla de oro” (aquella situación del estado estacionario que maximiza el consumo per cápita) a través de diferentes modelos, para llegar a las siguientes conclusiones:

  1. Ante la afirmación “el envejecimiento de la población aumenta la tasa de dependencia y disminuye las ratios de apoyo” (entendida esta última como el cociente entre población activa y población retirada), el autor considera que es cierta pero puede resultar engañosa, variando en función del modelo de financiación del consumo de las personas mayores. Tal como explica, estas personas no son dependientes per se, a menos que dependan de las transferencias de la población en edad de trabajar. Esta dependencia se puede eludir, por ejemplo, utilizando activos para la financiación de su consumo. En este sentido, el autor señala la importancia de conocer cómo se financia el consumo de las personas mayores, puesto que hay grandes diferencias entre países que pueden determinar la veracidad o falsedad de dicha afirmación.
  2. El autor considera que el envejecimiento de la población no tiene por qué suponer una disminución del consumo. El aumento de la productividad producido por una mayor inversión en capital humano, el incremento de la oferta de trabajo causado por el posible retraso de la edad de jubilación fruto del crecimiento de la esperanza de vida, o los flujos internacionales de capital y comercio internacional que pueden producir movimientos migratorios de población envejecida a países con población más joven, y ello podría reducir las consecuencias de la posible disminución del consumo.
  3. Otra de las conclusiones destacadas por el autor es que el envejecimiento de la población no tiene por qué conducir a una intensificación de capital (aumento de la inversión privada) especialmente en economías abiertas, con el consiguiente aumento de los salarios y la caída de las tasas de rendimiento de capital. Por ejemplo, esto no se cumpliría si el gobierno, en lugar de tratar de equilibrar los presupuestos, aumentara la deuda con el fin de realizar transferencias públicas a los jubilados, de tal forma que estos no tuviesen que recurrir a la inversión privada. Tampoco se cumpliría si, en una trayectoria de crecimiento óptimo, el planificador social utilizara como referencia para la utilidad objetivo per cápita (la máxima utilidad posible por individuo), según el tamaño de la población. Con esto se evitaría una intensificación de capital ya que, incluso con crecimientos de la población, se mantendría la ratio capital-trabajo.
  4. Finalmente, el autor recalca que el envejecimiento de la población no implica necesariamente que la población en edad de trabajar sea menos productiva y menos innovadora. Según los resultados encontrados en varios estudios, el envejecimiento de la población no sólo tiene un efecto pequeño sobre la productividad media de la fuerza laboral, sino que además, equipos que incorporan trabajadores jóvenes y de mayor edad disminuyen el número de errores cometidos en el proceso productivo.

En cuanto a la creatividad, la innovación y el progreso tecnológico, existen otros determinantes más importantes que el envejecimiento de la población, como pueden ser la educación, las instituciones de apoyo, las recompensas económicas y sociales, y las instituciones religiosas. Además, los avances tecnológicos constituyen un bien público global, y el envejecimiento de la población en un país tendría un efecto pequeño en las tecnologías disponibles para la adopción.

En resumen, el envejecimiento de la población puede plantear dificultades en sociedades cuyas personas mayores dependen fuertemente de las transferencias públicas o privadas. En otros países en los que el envejecimiento de la población es menor, en los que la edad media de jubilación es más alta, o en los que se depende más de los ingresos provenientes de los activos y menos de las transferencias públicas y privadas, los problemas derivados del efecto del envejecimiento de la población son menos notables. Finalmente, una mayor inversión en capital humano, el ajuste de los impuestos y las prestaciones de cara al envejecimiento de la población y el retraso de la edad de jubilación son alternativas que pueden suavizar el impacto del envejecimiento de la población sobre la economía.  

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