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Salud financiera   7 Ene 2019

Los planes de pensiones de empleo en España y la necesidad de impulsarlos

Autor

Instituto BBVA de PENSIONES

El futuro pasa por fomentar el ahorro privado en todos los ámbitos, reforzar el papel del ahorro en el ámbito de la empresa y aumentar la concienciación de la sociedad sobre su futura jubilación

La previsión privada de la futura jubilación es una pieza cada vez más esencial en el tablero de la previsión social, habida cuenta de los retos sociales, económicos y demográficos a los que se enfrentan los principales países desarrollados y que pueden derivar en futuras pensiones públicas con un menor grado de cobertura que las actuales.

En España, como en los principales países de su entorno, la dotación de recursos para hacer frente a las contingencias de jubilación, enfermedad, invalidez, viudedad y otras está anclada en tres pilares:

Primer pilar: La Seguridad Social

El sistema público de pensiones está administrado por el Estado con el objetivo de garantizar la protección social ante determinadas contingencias (accidente, enfermedad, desempleo) o hitos laborales como la jubilación.

Se basa en tres principios: Reparto (las cotizaciones de los trabajadores en activo financian las pensiones existentes en ese momento), proporcionalidad (la pensión será proporcional a las cantidades aportadas al sistema público de pensiones durante toda la vida laboral) y contribución (quien no haya contribuido con sus aportaciones, sólo tendrá derecho a la sanidad y a otras prestaciones no contributivas).

Segundo pilar: Previsión en la empresa

Este pilar se basa en los sistemas de pensiones promovidos por las empresas con el objetivo de fomentar el ahorro de sus empleados para su futura jubilación. Las aportaciones podrán realizarlas el empleador, el empleado o ambos y, a diferencia del primer pilar, se basa en un sistema de capitalización, en el que cada individuo “cotiza” para sí mismo a través de sus aportaciones o las de su empleador.

Tercer pilar: Previsión individual

Compuesto por los vehículos de ahorro que el individuo contrata por iniciativa propia con su entidad financiera o compañía de seguros o aquellos promovidos por una asociación (Planes Asociados). El esquema es similar al del segundo pilar, con un principio de capitalización por el que los partícipes realizan aportaciones periódicas que van generando unos derechos consolidados de los que se derivarán sus futuras prestaciones.

El reparto de la previsión entre los tres pilares

España es un país con un peso muy importante del primer pilar en la previsión social. La Seguridad Social española, tanto por espectro de población cubierta como por cuantía de las prestaciones es un sistema muy generoso en comparación con el de países de nuestro entorno, en el que los sistemas privados tienen un mayor peso.

El futuro sin embargo apunta a que el modelo de España converja al de estos países de nuestro entorno: Los pilares segundo y tercero deberán asumir un mayor protagonismo y una mayor carga frente a un primer pilar que se enfrenta a importantes retos y del que no se cuestiona su continuidad pero sí que los actuales niveles de generosidad en indicadores como, por ejemplo, la tasa de sustitución de las pensiones públicas.

Previsión en la empresa y previsión individual

En términos generales, los pilares segundo y tercero están notablemente menos desarrollados en España que en países de su entorno. La principal explicación a este hecho es la mayor generosidad que ha tenido el primer pilar español respecto a sus homólogos: los españoles no han percibido la necesidad de ahorrar de manera complementaria al confiar en una pensión pública de jubilación que cubrieses solventemente sus necesidades.

Sin embargo, y bajo el prisma de prácticamente cualquier indicador, esta creencia debe cambiar pues el futuro de las pensiones pasa por una menor cobertura: habrá que ahorrar de forma complementaria para tener una jubilación sin sobresaltos.

Si en términos generales la previsión privada se encuentra rezagada, es especialmente notable en el caso de la previsión en la empresa. El segundo pilar tiene un peso notablemente inferior al que tiene en otros países y posiblemente insuficiente para las necesidades del futuro.

Así, en términos de cuenta de posición, el reparto aproximado entre previsión individual y previsión en la empresa es, respectivamente, del 63% y el 37%. En términos de partícipes, del 79% y el 21%. Y en términos de aportaciones, del 73% y 27%.

Por qué debe impulsarse la previsión en la empresa

La previsión en el ámbito de la empresa tiene una serie de ventajas:

  • Es una vía más directa para que el empleado sea constante en sus aportaciones. Bien porque la aportación o parte de ella corra a cargo de la empresa o bien porque voluntariamente el empleado solicite que se derive parte de su retribución a realizar aportaciones al plan, la facilidad y el incentivo para realizar este ahorro es mayor que si el mismo debe provenir íntegramente de la voluntad del interesado en un sistema ajeno a la empresa.
  • Los planes de pensiones de empresa están habitualmente diseñados a medida del colectivo al que van dirigidos y además ofrecen unas condiciones más favorables para los empleados, como unas comisiones más ventajosas. También tienen un diseño más ad-hoc en términos de política de inversión, régimen de aportaciones y prestaciones, etc.
  • La supervisión de estos planes es otro punto a destacar, que correrá a cargo de una comisión de control formada por representantes de la empresa y de los partícipes, así como por la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP).

Medidas para fomentar la previsión en la empresa

Una de las medidas más debatidas y en la que se trabajaría para ver la viabilidad de su implementación es la de la obligatoriedad o semi-obligatoriedad ( ibligatorio para el empleador promoverlo y realizar aportaciones, y voluntario para el empleado mantenerse en el plan en el que ha sido inscrito). Este es un sistema que funciona en otros países como el Reino Unido, donde cuentan con un sistema (automatic enrolment)   por el que los nuevos empleados son adscritos automáticamente al plan de empleo a medida que se incorporan a la empresa y que están consiguiendo que los trabajadores ahorren más.

Se trataría de que todas las empresas tuviesen que ofrecer a sus trabajadores un esquema de previsión social o en su defecto informar a los trabajadores periódicamente de los sistemas complementarios a los que podrían adherirse.

Otros países como Italia han puesto en marcha medidas como el TFR-trattamento di fine rapporto , que supone retener anualmente un porcentaje anual del salario a los trabajadores con el objetivo de que si en el futuro el trabajador es despedido o abandona la empresa por cualquier motivo  (y no se opone explícitamente), esas cantidades acumuladas puedan ser rescatadas y hechas liquidas por el empleado como una indeminización, o en su lugar que sean aportadas a un plan de pensiones para su jubilación.

Algunos países como Japón disponen de planes privados parcialmente sustitutivos del sistema público, lo que quiere decir que las empresas y los empleados pueden obtener la exoneración de contribuir a parte del primer pilar de pensiones mediante la contratación de planes de pensiones sustitutivos ofrecidos por el sector privado en régimen de capitalización y de cuentas individuales, obteniendo una reducción de las respectivas tasas de cotización al sistema público.

Sin embargo, una de las medidas más necesarias en el ámbito de la previsión y a la que también pueden y deben contribuir las empresas, es la tarea de concienciación, en este caso de sus empleados. Es importante acabar con la idea de que una futura pensión pública generosa nos exonera de preocuparnos por la jubilación. Es más importante que nunca comprender que, si España sigue el patrón de países de su entorno, nos dirigimos a un futuro de pensiones públicas más modestas y que debemos por tanto asumir una mayor responsabilidad en lograr la jubilación que deseamos. 

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