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Salud financiera   7 Ene 2019

Consejos para lidiar con los gastos mensuales

Autor

Instituto BBVA de PENSIONES

Mantener un presupuesto equilibrado es la clave de nuestra salud financiera presente y futura

Puede parecer una evidencia, o un consejo muchas veces escuchado. Pero la esencia para llevar una existencia tranquila a nivel financiero se resume en un principio muy sencillo: gastar menos de lo que se ingresa.

Generalmente, en la mayoría de los hogares, los ingresos son relativamente estables, y suele ser la variabilidad de los gastos o lo imprevisto de algunos de ellos los que alteran el equilibrio que mantiene nuestra tranquilidad. Temporadas en las que los gastos exceden a los ingresos pueden aparecer de vez en cuando y pueden ser gestionadas, bien recurriendo al ahorro acumulado o bien aprovechando el superávit que han dejado meses de menos gastos. Pero si no organizamos bien los gastos, corremos el riesgo de que el gastar más de lo que se ingresa se convierta en una norma y no en una excepción.

Además, aparte de gestionar los gastos, debemos recordar que, aunque sea cantidades pequeñas, es importante ahorrar de forma recurrente. No podemos olvidar objetivos tan importantes como el de acumular capital para complementar nuestra futura pensión o también para hacer frente a esos pequeños imprevistos del día a día.

Idealmente sería necesario que los gastos no excediesen el 90% de nuestros ingresos, o lo que es lo mismo, tratar de ahorrar al menos el 10% del dinero que ingresamos. También podemos verlo de otro modo: el ahorro es una partida más dentro de nuestros gastos y todos los meses vamos a “gastar” un 10% de nuestros ingresos en ahorrar para el futuro. Podemos apoyar esta filosofía programando, por ejemplo, aportaciones periódicas a nuestros productos de ahorro para que automáticamente se descuente ese dinero todos los meses.

Tipos de gastos

Hay distintos tipos de gastos en función de su recurrencia y de lo estratégicos que sean:

Gastos fijos

Aquellos gastos ineludibles como pueden ser la hipoteca, el alquiler o el préstamo del coche. Suelen ser bastante estables, aunque si provienen de un préstamo a tipo variable, puede haber importantes variaciones de unos años a otros. Son gastos cuya cuantía no depende del consumo que hagamos, por lo que existe poca discrecionalidad a la hora de realizar ajustes sobre los mismos. Además, responden a necesidades básicas de vivienda o transporte, por lo que su importancia es máxima y además el incumplimiento en el pago de este tipo de gastos puede ser de los que más problemas y gastos secundarios nos ocasionen.

Gastos variables

Gastos en transporte, ropa, alimentación o electricidad, por ejemplo. Existe más margen para actuar sobre ellos puesto que el importe de los mismos dependerá de lo más o menos intensivos que seamos en el consumo de estos bienes y servicios. También es posible reducir el gasto sin eliminarlo, tomando medidas como por ejemplo poniendo bombillas de bajo consumo, termostatos inteligentes para la calefacción, siendo más eficiente en el uso del agua u optando por opciones más económicas en servicios como la telefonía móvil o fija.

Otros gastos

Podemos recoger aquí los gastos no imprescindibles en el día a día y que tienen una naturaleza más discrecional. Ocio, algún capricho o gastos en rebajas no presupuestados pueden formar parte de ellos. Lógicamente en todo presupuesto debe haber una partida para este tipo de gastos, pero serán los primeros que debamos reducir cuando nuestro presupuesto mensual entre en déficit. No olvidemos tampoco que los presupuestos demasiado austeros y sin margen para pequeños “caprichos” están muchas veces condenados a su incumplimiento. 

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