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Jóvenes   22 Abr 2020

El ahorro para Jubilación: una carrera de larga distancia

Autor

Fernando Martínez-Cue

Es fundamental empezar pronto a ahorrar, así como hacer una planificación a largo plazo y seguirla.

Pensemos en los “runner” que corren una maratón. Para la mayoría su objetivo primero es llegar a la meta. Para muchos corredores también es relevante hacer un buen tiempo o mejorar su marca personal. Los tiempos parciales (kilómetros 5, 10, 15, 21, 30…) son importantes para el resultado final, pero no son en sí mismos el objetivo. No obstante, sino trabajamos en esos pequeños logros, tomamos las decisiones adecuadas de corto plazo, y somos constantes durante la carrera, no conseguiremos ese objetivo final.

Aplicado a la planificación financiera de la jubilación diríamos que debemos:

  • Determinar cuánto he de ahorrar en cada momento de mi vida, en función de mis ingresos y mis gastos (en definitiva, de mi capacidad de ahorro), de mi situación personal y familiar presente, de mi situación futura estimada, así como de cuanto ahorro tengo ya acumulado. Además, he de preguntarme qué tipo de jubilación me gustaría disfrutar en función de cuales son mis hobbies y el tipo de vida que me gustaría llevar una vez me retire.
  • Determinar en que he ahorrar en cada momento: en qué tipo de productos de previsión social y ahorro, así como en que otros activos de financieros y de inversión.
  • Adaptar progresivamente en que se invierte mi ahorro/aportaciones en función de mi edad, estableciendo estrategias de ciclo de vida bien planificadas en las que la distribución de los activos financieros (asset allocation), en los planes de pensiones y en otros productos en los que se invierte mi ahorro, vaya evolucionando según me acerco a la edad estimada de jubilación.
  • He de establecer unos objetivos de retorno (rentabilidad) de las inversiones en función de hasta donde alcanza mi predisposición a asumir riesgos (aversión al riesgo y apetito de riesgo): objetivos parciales (de corto plazo) y de largo plazo. Igual que en una maratón.
  • He de hacer un seguimiento y una evaluación periódica de los resultados de la inversión del ahorro, fiscalizando que se van cumpliendo los objetivos que me he marcado en los diferentes periodos de mi vida. Pero no tiene sentido una evaluación diaria o cortoplacista, ni tampoco inquietarse porque un año o dos mi plan de pensiones termina en “negativo”. No he de preocuparme por el valor liquidativo actual de mis fondos (de este valor actual solo he de ocuparme), sino del valor de los mismos cuando me jubile. Mi ahorro pasará por las turbulencias de varias crisis profundas a lo largo de su vida y, desde una perspectiva de largo plazo, “surfeará” con éxito esas grandes olas sin despeinarse en exceso, aunque cuando este metido dentro de una de ellas yo no lo crea.
  • Confirmar que los objetivos de resultados esperados se vayan cumpliendo periodo a periodo (por ejemplo, en ciclos de 5 años), que el acumulado desde el inicio va creciendo según los objetivos fijados, y que el gestor/es de mi fondo/s cumpla con unos objetivos de rentabilidad comparativamente frente a los indicadores de medición utilizados: por ejemplo, superar a los índices de referencia utilizados más “n” porcentaje de rentabilidad adicional. Como parte de ello, que haga una adecuada y eficaz contención de las perdidas en periodos de ciclo económico-financiero bajista: perder bastante menos que el índice de referencia debe considerarse como un logro importante.
    Especialmente en productos de ahorro de gestión activa, que suelen soportar gastos de gestión más altos, el ahorrador debe esperar del gestor no solo batir a un benchmark, sino que lo supere en un mínimo de puntos porcentuales (dependiendo el perfil de riesgo) en el periodo de medición considerado. Ahí es donde se debe ver el valor de la gestión activa.

Factores a tener en cuenta en la determinación del perfil de inversión en el ahorro

La decisión de en qué tipo de fondos de pensiones o de carteras de inversión de otros instrumentos de previsión social debe depender principalmente:

  • De la edad del ahorrador en cada momento, que determina el horizonte temporal o número de años que le quedan para la jubilación.
  • Y del nivel tolerancia o aversión al riesgo que cada ahorrador tiene: su predisposición natural al riesgo y a aceptar las consecuencias del mismo.

Por lo tanto, no debería ser el factor principal que determine nuestro perfil de inversión las situaciones coyunturales o temporales como las crisis económico-financieras y bursátiles, sino simplemente factores de corrección.

Un ejemplo de cómo adecuar la inversión de nuestro ahorro a cada momento del ciclo de vida en que nos encontremos

Por ejemplo, un ahorrador que idealmente empezase a ahorrar cuando empieza a trabajar (con 23 años), pasaría por las siguientes fases:

  • Fase inicial: Durante los 3 a 5 primeros años se ha de familiarizar con el ahorro y con las implicaciones del mismo, por lo que puede ser oportuno que ahorre en fondos y productos de perfil conservador o moderado, tomando confianza en los productos de ahorro existentes y en los proveedores, y evitando que situaciones cortoplacistas negativas le hagan frustrarse y dejar de confiar en el ahorro financiero. En estos primeros años es recomendable establecer objetivos de rentabilidad que sean moderados, pese al largo horizonte temporal hasta jubilación, acorde a ese posicionamiento en fondos conservadores, especialmente para aquellos jóvenes no familiarizados con el mundo de las inversiones.
  • Fase de crecimiento: Durante los siguientes 27 años de ahorro (aproximadamente de los 28 a los 55 años), se pueden y deben establecer objetivos de rentabilidad más ambiciosos, trabajando con el largo horizonte temporal que hay hasta jubilación. Por ejemplo, conseguir como media anual durante este periodo superar la inflación en un determinado porcentaje (“n” puntos porcentuales). Los ahorradores con apetito de riesgo más alto pueden plantearse objetivos de retorno más altos (es decir que el objetivo de puntos porcentuales en exceso de la inflación sea mayor), siendo conscientes de que están más expuestos que los demás.
  • Fase de consolidación: Durante los últimos 8 o 10 años previos a jubilación, se aplicaría una reducción progresiva de la exposición a activos de riesgo, moviendo progresivamente la ponderación de las carteras y fondos a activos garantizados y/o no garantizados, pero con baja volatilidad (como la renta fija), con un objetivo mínimo de rentabilidad de igualar la inflación en el acumulado de ese periodo.

¿Cuándo se debe de empezar a ahorrar?

Es importante empezar a ahorrar cuanto antes posible, cuando uno es joven, para beneficiarse de los efectos de la capitalización financiera y el interés compuesto. El ahorro a jubilación no se puede decidir a los 55 años. Aunque los datos del ahorro en España digan algo distinto en muchos casos, el ahorro debería ser algo sobre todo de jóvenes.

En la maratón es bueno empezar a correr a primera hora de la mañana, empezar al medio día es tarde y malo, el calor puede vencerte. Empezar a ahorrar pronto no solo es bueno, es fundamental. Empezar tarde (por ejemplo, a los 45 o 50 años) puede requerir esfuerzos muy importantes para llegar a niveles adecuados o simplemente ser insuficiente.

El ahorro a jubilación debe simultanearse con el ahorro que realicemos para otros objetivos de corto y medio plazo (por ejemplo, comprar una primera vivienda, cambiarse a una vivienda mayor, comprar una segunda residencia, pagar la educación de los hijos – gastos durante universidad, postgrados- etc.). Una vez tenemos constituido un ahorro mínimo para imprevistos, debemos evitar ahorrar por fases o tramos: postponer empezar a ahorrar para jubilación a conseguir previamente el ahorro necesario para otros objetivos de corto o medio plazo puede implicar llegar tarde para conseguir una dotación adecuada para jubilación.

Asimismo, se debe separar el ahorro para los distintos objetivos de ahorro (corto, medio y largo plazo) en distintos instrumentos o productos: es decir, en “huchas” separadas.

Un balón de oxígeno ante crisis y necesidades del corto plazo

El ahorro a largo plazo, tanto en el caso de los productos líquidos o como de los productos ilíquidos (planes de pensiones) a través de las vías de liquidez excepcional que permite la legislación, juega un importante papel para afrontar situaciones de crisis temporales graves, actuando como una red de seguridad o fondo personal de garantía.

La gravísima situación económica, derivada de COVID-19, por la que están pasando muchas familias, está mostrando una vez más la importancia de tener “colchones” mínimos de ahorro acumulado para afrontar situaciones temporales de insuficiencia de ingresos a las que nos podemos ver enfrentados a lo largo de nuestras vidas.

Algo parecido pasa en las maratones con las crisis físicas momentáneas, como el muro de los 30 km, donde “el colchón” de la preparación física y mental previamente entrenadas, junto con el espíritu de sacrificio, son armas excelentes para superar esos momentos complicados.

(*) Fernando Martínez-Cue, socio director de Martinez-Cue & Asociados, consultores de beneficios para empleados, pensiones, riesgos y seguros.

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